martes, 14 de marzo de 2017

Encontrar a Jesús en lo más sencillo

Jennifer (primera de la derecha) junto a otras hermanas
a punto de embarcar para Roma para asistir
a la canonización de D. Manuel.
¡Hola! Me llamo Jennifer Montero y soy de Guayaquil, Ecuador. Soy novicia de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, y actualmente estoy realizando el noviciado en Santa Fe, Argentina. Soy de una familia católica, pero de los que participan en los sacramentos más bien por tradición; mi familia asiste a Misa si hay algún funeral o a la Misa de Navidad. De pequeña recibí los sacramentos porque mis padres son católicos y así lo quisieron. Pero cuando recibí la Confirmación me di cuenta de que no estábamos siendo coherentes.
Entonces quise tomarme mi vida de cristiana más en serio y me planteé la posibilidad de pertenecer a algún grupo juvenil. Conocí a don Manuel a través de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, con las que entré en contacto por medio de una amiga que había participado en una convivencia con ellas. En aquel tiempo yo sentía que tenía una misión en la vida, porque en realidad todo el mundo viene con una misión, y tenemos que descubrirla.

¡A descubrir mi misión!
Además, a mí siempre me habían llamado la atención las religiosas, así me pareció buena idea acercarme a ellas. Fui a su casa y las conocí y me invitaron a una pequeña misión, en un pueblito cerca de Guayaquil, con motivo del 4 de marzo. Yo, muy decidida, me apunté en seguida, sin saber bien de qué iba eso… Y así empecé un poco a conocer el carisma.

Una convivencia vocacional
Después de esto, las hermanas me llamaron para una convivencia vocacional y allí vi claro que tenía que hacer un discernimiento porque había cierta inquietud en mi interior. Durante ese proceso fui conociendo más en profundidad la espiritualidad y el carisma de la Obra que había fundado don Manuel. Recuerdo que me dieron una estampita de don Manuel en la que decía algo así como: “qué feliz sería si yo lograra hacer caer en la cuenta a todos lo grandiosa que es la Eucaristía”. Esa frase me impactó mucho, porque yo era de las que comulgaba pero no con demasiada frecuencia, los domingos y poco más. Y eso me hizo pensar. A partir de ahí fui acercándome más a Jesús Eucaristía: empecé a frecuentar la capilla de mi colegio, en la hora del recreo, para ir a rezar y hacer la visita a Jesús y, poco a poco, Jesús Eucaristía me fue fascinando cada vez más.

Conocer más a don Manuel
Me ayudó mucho leer el libro de don Manuel “Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario”, que por cierto, es mi libro favorito. Y también su biografía, “El Obispo del Sagrario abandonado”. ¡Me impactó tanto! Me di cuenta de que realmente don Manuel era un hombre enamorado de Jesús, vivo en la Eucaristía. Él nos cuenta su profunda experiencia, pero a la vez es tan sencillo, tan cercano, que me hizo descubrir que eso nos puede pasar a cualquiera, también a ti y a mí. En lo más sencillo él encontró a Jesús. ¡Eso es increíble! Desde entonces le tengo un cariño muy especial. Otro libro que me ha ayudado mucho, sobre todo en el apostolado cuando doy catequesis a los niños de primera Comunión, ha sido “Cartilla del catequista cabal”. Me encanta la experiencia de san Manuel como catequista, porque ¡es tan cierto todo lo que cuenta! Además nos explica cómo hacer, nos ayuda a encontrar la solución para que nuestros apostolados sean al estilo del de Jesús.

¡La canonización!
Poder participar en la canonización de don Manuel ha sido algo muy emocionante. Para empezar, yo nunca he estado en una ceremonia así y, encima, que sea la de don Manuel, ¡uf, es algo increíble! Es ese hombre del que he leído, al que le tengo tanto cariño… ese que para mí ya era un santo, ahora la Iglesia lo declara santo públicamente. Me siento muy orgullosa de ser parte de su obra, de su familia. Para mí no es un santo más, es nuestro padre. Creo que ha sido una gracia muy grande que me ha concedido él, y sobre todo Dios. Siento que don Manuel ha intercedido para que yo pudiera participar de este evento tan importante para toda la familia eucarística. Ha sido y sigue siendo un tiempo de gracia que, sin duda, dará mucho fruto.

(Publicado en Revista RIE, marzo 2017)

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